DOMINGO 10. TOCANDO NUESTRO TECHO NORTE.
Recorrido: area en Agon Coutainville-Coutances-Castillo de
Gratot-Lessay-Vauville-Nez Joubourg
Pernocta: Auderville,( 49.7143° -1.93493°)
Pues tenía “tres
reyes pito” y me “he dado mus”. Pero me
han vuelto a salir, o en el peor de los casos, he reunido “dos reyes-caballo-pito”.
Eso es lo que ha dicho Angel cuando he desechado quedarnos en el aparcamiento
de la Nez de Joubourg, en lo alto de un acantilado junto a un faro y en un cabo
con unas espectaculares vistas en terreno herboso. Ventoso, pero bueno. Pero no me gustaba demasiado ya que una pared de arbustos me impedían ver el mar desde dentro de la autocaravana –me
he vuelto algo “exquisita”- . Me
arriesgué. En Auderville, a tan solo 4 km de aquí, tenía dos
aparcamientos más y pese a que Angel quería haberse quedado yo decidí arriesgar.
Y aquí estamos
en un aparcamiento en Auderville,( 49.7143° -1.93493° )tranquilo, y con el faro
de Goury que se yergue en medio del mar frente a nosotros. Una preciosa vista. Al sol le queda
una hora para ponerse y posiblemente lo haga justo detrás de él.
Desde la Nez
hemos descendido por una estrecha carretera hasta el primer aparcamiento que estaba
en la misma vía e inclinado por lo que pernoctar no era posible. Angel ha dicho
que él no decía nada y yo, entre la opción de regresar al faro o ir a este
lugar en que finalmente nos encontramos, he elegido esta última opción. Arriesgué
de nuevo.
Pero el día amanece gris. Y es que estamos, donde estamos.
Ahora me acabo de dar cuenta de que se está jugando la final de la eurocopa
entre Francia y Portugal. Y es que vemos banderas por todos los sitios, algunos coches los hemos
visto medio tuneados, pero lo que nos ha resultado más sorprendente es la imaginación
y trabajo que han echado para recibir el tour
que recientemente ha pasado por aquí.
Hemos visto bicicletas viejas colgadas de postes, puestas por todos
sitios, monigotes enormes hechos con balas de paja, vacas gigantescas montadas
en bicicleta...en fin, todo a lo largo del recorrido.
Pero me
centro. Hemos cargado agua y partido pronto hacia Coutances, a su catedral, ejemplo de gótico normando del siglo
XIII. Domingo alrededor de las 10h. Ni un alma así que hemos aparcado a 100 metros escasos de la
catedral que es espectacular.
Enormes agujas
grisáceas se elevan en torres rozando casi el cielo y es aquí donde más se
aprecia el estilo de la región, en las líneas verticales que vertiginosamente y
sin ornamentos que elevan. Leo que en su
fachada se mantiene aún la estructura románica de la catedral del siglo XI.
En su interior
destacan las vidrieras del XIII y una soberbia torre-linterna, obra maestra del
gótico. El altar mayor es del siglo
XVIII y es uno de los más grandes de Francia. Ha sido ampliada en varias
ocasiones. Es elegante, esbelta.
Paseamos por sus naves laterales y el silencio es tan solo roto por los
cánticos de un grupo de jóvenes de un coro que ensaya. Preciosas voces, marco
incomparable. Lástima que repitan una y otra vez lo mismo, en vez de continuar.
En pocos kilómetros llegamos a Gratot. El
aparcamiento está casi vacío y sigue sin abrir el día. Un sendero nos conduce a este castillo
medieval cuya silueta gris de elegante y sobria arquitectura, con torres
circulares se recorta y resalta sobre el plomizo cielo.
Un hermoso foso rodea este castillo que se cruza
por un puente de piedra que da acceso a
la entrada principal y por otro pequeño en su parte posterior. El lugar es muy
sugerente y romántico y el hecho de
realizar la visita prácticamente en solitario y en un día algo gris, añade un
mayor romanticismo a este lugar tan peculiar.
Ahora el
destino es Lessay, su abadia (
49.220046; -1-531833), destruida y reconstruida a lo largo de casi 1000 años.
Es un ejemplo
de supervivencia y perseverancia ya que ha sido varias veces devastada aunque
siempre parece resurgir de sus cenizas, la última durante los bombardeos de la
guerra y minada por los alemanes. Tras doce años de obras la abadía recupera su
aspecto actual.
Ahora ya
ponemos rumbo a la costa, hacia el norte, a Vauville, a su jardín botánico ( 49.634186; -1.845908). El color
plomizo del cielo sigue acompañando nuestro desplazamiento.
Con cuatro hectáreas que se extienden en torno a
un palacete del XVIII, cuenta con más de 750 especies vegetales la mayoría de hoja
perenne procedentes del hemisferio sur.
Cuando
llegamos son las13,30 y lo encontramos cerrado hasta las 14,00 horas, así que
decidimos bajar a la cercana playa para comer y descansar. El día se ha vuelto
desapacible, ventoso, llueve y de la chirimía se pasa a veces a
chaparrones, como si en vez de estar en verano estuviéramos en primavera.
Pero hay un momento en que la lluvia parece ceder y
decidimos salir a pasear por la playa. A Tula no parece importarla el agua, y
corre libre y dando brincos como loca. La lluvia aparece de nuevo y yo, que me
he armado con mi paraguas, me veo obligada a usarlo. Pero a pesar de lo
desapacible, tiene mucho encanto y belleza. Regresamos para visitar el jardín.
7 euros cada
uno. No es barato. Angel dice que es prescindible, pero a mi me resultó
agradable y curioso pese a que algunas especies no parecían estar bien
clasificadas y el paseo es algo laberíntico ya que encontrar el orden que
sugería el plano era difícil. El
perímetro del jardín está rodeado de un seto cortavientos para protegerlo de
los constantes vientos que soplan en esta zona.
Sobresalen
algunas especies raras, hermosas flores y a mi me tienen fascinada las
hortensias. No solo aquí, si no por todos los sitios aparecen setos de estas
plantas de todos los colores que van desde el blanco, al morado en varios
tonos, pasando por el rosa. También hay especies distintas. En algunos rincones
los setos son enormes alcanzando los dos metros de altura. Las contemplo con envidia, mucha envidia.
Siempre recuerdo las que tenía mi vecina Felisa, la leonesa, cuando yo era
niña, en el corredor que daba al pasillo orientado al norte. Eran enormes y
sanas. Me gustan las hortensias. Pero tengo que reconocer que el clima de
Madrid no es el más adecuado y a mi me cuesta sacar adelante a una que tengo en
un tiesto, algo arroñada y con hongos aunque por primera vez en años me ha dado
más de una flor blanca..
Dejamos el
jardín para subir por la costa oeste hasta donde estamos ahora.
Las carreteras son más estrechas aunque no suele haber ningún problema ya que
los franceses con su habitual cortesía ceden el paso sin problemas.
Nos acercamos
a la Nez de Joubourg (49.678179;
-1938323) y tenemos que dejar la auto a unos 300 metros del
acantilado. Por un pequeño sendero protegido accedemos hasta el borde. Parece
ser que hubo un faro hasta la 2ª guerra mundial en que fue destruido. Las
vistas son hermosas e impresionantes y lo serían más de estar el día claro,
aunque parece que los nubarrones grises
se van rindiendo según avanza la tarde.
En el
aparcamiento herboso donde hemos estacionado la autocaravana, hay dos más. Es
un aparcamiento autorizado, pero…no veo el mar. Hay un seto elevado que me lo
impide así que el sitio no me gusta mucho y tomo la decisión de buscar otro ya
que hay dos más cerca. Pero el primero resulta estar en medio de la carretera e
inclinado, así que después de descender por una carretera muy estrecha solo me
queda o regresar o intentar el tercero.
Ponemos rumbo
a donde estamos ahora, un descampado casi en medio de la nada pero con unas
hermosas vistas al faro de Goury, en una isleta en medio del mar.
Angel dice que
quiere acercarse más para fotografiar el
faro, así que nos disponemos a dar un paseo de unos 2 km hasta llegar a la playa y a un pequeño núcleo de casas. Yo
estoy cansada, Tula también, pero como casi siempre, cedo, empujada por mi
curiosidad ya que no deseo perderme
nada.
Pero al margen
de ver el faro un poco más de cerca, el sitio no tiene el menor interés, así
que protestando por el frío y el cansancio, iniciamos el regreso.
Esperamos
ahora la puesta de sol, que promete ser muy hermosa ya que el sol puede caer
justo detrás de la silueta del faro. Me estoy durmiendo, pese a estar
aporreando el teclado.
Creo que me
voy a lavar los dientes y prepararlo todo así en cuanto llegue el ocaso, que lo
hará sobre las 22,15h, como los pollos, me voy a la “pulguera”.
Y la puesta de
sol resultó de lo más espectacular que he visto, aunque el sol no se escondió
exactamente detrás del faro. Los intensos colores ocres y dorados lo inundaron
todo y la oscura silueta del faro se recortó sobre este mágico horizonte. Lástima
que al final las nubes que parecían descansar sobre el mar me impidieran
completar la paleta de colores cambiantes que siguen a la desaparición de este astro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario