5.Playas del "desembarco".

13 MIERCOLES. EL DESEMBARCO

Recorrido: Quineville-Sainte Mere Eglise-Cementerio alemán Le Cambe-Pointe du hoc- Port en Bessin-Longues Sur Mer
Pernocta:Longues Sur Mer ((49.345817; -0.689975).

Estupenda noche.  Mañana espléndida con un luminoso sol. Va para  dos días sin llover, aunque no lo digo muy alto. Eso sí, la temperatura no sube de 20ºC  y si sumamos el airecillo que corre, es un día más bien fresco, de más que una simple chaqueta. Con la ropa de verano me quedo tiesa y para estas temperaturas ando más bien escasa.

Rumbo a la cercana Sainte Mere Eglise.

Una vez allí comprobamos sorprendentemente que, pese a disponer de un hermoso aparcamiento, no dejan parar a las autocaravanas junto  a la iglesia donde está el monigote. Damos vueltas buscando donde y al final acabamos en el area para autocaravanas a las afueras, y de pago. Nos enfadamos y regresamos a la villa y lo dejamos en el aparcamiento de un pequeño centro comercial.

Este pueblo es famoso por la película “El día más largo” en la que una de sus escenas más famosas es la de un paracaidista que se quedó enganchado en el campanario de la iglesia.


Ésta era una ciudad estratégica en el desembarco de las playas de Utah, de madrugada del 6 de junio de 1944, y un regimiento se lanzó en paracaídas. Como otras veces, no calcularon bien y este regimiento cayó en medio del pueblo, entre ellos John Steele, un paracaidista americano que quedó enganchado en la iglesia por su propio paracaídas, su arma cayó al suelo y por ello llamó la atención de un alemán que le disparó, con la suerte de que sólo le hirió en un pie, el americano tuvo que ver como los nazis iban matando a sus compañeros. Intentó cortar las cuerdas que lo unían al paracaídas pero sin mucho éxito, así que decidió hacerse el muerto durante dos horas, tiempo en el que los alemanes lo capturaron e hicieron prisionero, John consiguió fugarse después.

John viajó varias veces a este pueblo y quiso que lo enterraran junto a sus compañeros, acabó muriendo a los 57 años de cáncer.

Fue tan célebre este combatiente que en su honor, hay un maniquí con paracaídas colgando en la iglesia,

Frente a ella un museo que contiene uno de los planeadores que se usaron en el desembarco pero la entrada nos parece cara así que vemos algún tanque que otro que hay en el exterior y nos vamos. Vimos bastantes más y otras reliquias o chatarras de la guerra a lo largo de la carretera.

Ahora ponemos rumbo al cementerio alemán de Le cambe.  Para ello tenemos que salir de la autovía y retroceder.


Este es el único cementerio alemán de toda la región. Todo el lugar es infinitamente más pequeño y sencillo, recogido, exento de exaltaciones y menciones honoríficas que el americano de Coleville. Ni fotos, ni imágenes de los héroes de este bando. Solo alguna mención referida al recinto como “El jardín de la paz”. Otro mundo comparado con el potente despliegue mediático de Coleville Sur Mer.

Lo primero que impacta es conocer  que aquí se encuentran 21.222 tumbas en tan solo 7 Ha. y que están enterrados de dos en dos mientras que en el americano hay unos 10.000, menos de la mitad.


En este lugar  fueron enterrados los caídos de ambos bandos y a dos o tres años de finalizada la guerra, fue cuando los americanos trasladaron los restos de sus compatriotas al de Coleville.

Es… sobrecogedor. Esa es la palabra. Emotivo, también sería otra que puede acercarse a definir un cementerio que ni de lejos tiene la fama ni recibe el número de visitas que el americano, pero que no desmerece nada a ese.

Hay grupos de cruces hechas de basalto negro que salpican esta verde explanada y placas en el suelo con los nombres, graduación y fecha de nacimiento y de muerte. Estremece ver que la mayoría tenía entre 18 y 20 años y me recorre un escalofrío. Pero si se piensa con lógica ¿quién querría venir aquí? Jóvenes inconscientes.


Enormes robles rompen con su sombra este enorme espacio verde. En el centro una pequeña elevación a la que sube y desde donde se contempla en un giro de 360 grados este pequeño cementerio. En medio del silencio nuestros ojos recorren toda la explanada sobrecogidos por la sensación de dolor que pesa sobre el lugar.

En la entrada, unas pequeñas construcciones contienen libros que recogen los nombres de todos los allí enterrados. También fotografías de los cementerios que una asociación alemana particular se encarga de cuidar y mantener en todo el mundo. Entre ellos, el de Yuste en Cáceres. También aparecen algunas citas sobre el significado de los cementerios de guerra y lo que ésta es.

Yo....me emociono. Se me ha encogido el corazón y  dejamos el lugar con una sensación opresiva en  el pecho. En silencio. Ahora ponemos rumbo al Pointe du Hoc.

Dejamos la autocaravana en uno de los muchos aparcamientos que hay. También muchos caminos y explicaciones....

Y todo nos va dando una idea de la importancia histórica de este lugar, de lo que pasó aquí. Hay historias humanas, como la del soldado que celebraba su tercer aniversario de boda y sus compañeros le dedicaron una canción. Murió aquí y cuando su viuda falleció a los setenta y tantos años, fue enterrada junto a él. Pero hay más historias de más  rangers que dejaron su vida aquí, supongo que tantas como soldados, caídos o supervivientes.

 Nos acercamos y lo primero que llama la atención son los cráteres  algunos de hasta 15 m de diámetro que salpican el lugar y que fueron originados por los bombardeos aliados antes de tomar el lugar. Hay varios bunkers y vamos entrando en ellos. La mayoría tienen iluminación interior.

Este fue otro singular episodio del día D. El Ponte Du Hoc es un saliente rocoso en unos acantilados importantes  de 30 m de altura desde donde se contempla las playas de Utah y de Omaha, por lo que era un lugar estratégico durante el desembarco y  donde los alemanes disponían de unas baterías estratégicamente situadas  (seis cañones de 155 mm que dominaba ambas playas, con un alcance de 25,000 metros para dificultar la aproximación a la costa de una hipotética flota enemiga).

Este enclave fue intensamente bombardeado, quedando aún hoy en día como muestra los enormes socavones producidos por las bombas, pero lo más significativo fue el asalto que por mar intentaron los rangers americanos para hacerse con la posición. Después de dos días todavía estaban operativas algunas piezas de artillería.

El plan era que una fuerza anfibia desembarcase al pie de los acantilados, los escalase, tomase la posición e inutilizase los cañones. A continuación se uniría a las fuerzas estadounidenses que desembarcarían en la playa Omaha, cuyo extremo oriental estaba seis kilómetros al este de Point du Hoc.


Los elegidos para realizar el asalto fueron los hombres del 2.º Batallón Ranger. Los rangers eran una fuerza de élite de infantería inspirada en los comandos británicos, hasta entonces poco probada en combate, pero cuyo duro entrenamiento los hacía idóneos para una operación de esas características. Se esperaba que estuviesen en inferioridad numérica, ya que se sabía que enfrente tendrían a un regimiento alemán (se trataba del 916.º Regimiento de Granaderos, perteneciente a la 352.ª División de Infantería).Un grupo de Rangers tenía como misión eliminar dicho enclave, pero de nuevo, quiso la fatalidad que los barcos los dejaran muy lejos, no hicieron los cálculos correctamente y que además, las mareas los desviaran por lo  que llegaron cuarenta minutos más tarde de lo previsto. De este modo falló el factor sorpresa. De los 225 rangers, sólo sobrevivieron 90 al ataque. A ello se unió la mala suerte de que se les mojaran las cuerdas y que por ello tuvieran que subir el acantilado sin ayuda de medios externos.

Los Rangers escalaron hasta la cima utilizando cuerdas bajo el fuego de las fuerzas alemanas hasta conquistarla. Poco después pudieron comprobar que los cañones no se encontraban allí, los alemanes los habían ocultado tierra adentro. El puñado de rangers supervivientes localizaron e inutilizaron los cañones, y mantuvieron la posición dos días frente a repetidos ataques alemanes hasta que fueron relevados.

La victoria estadounidense no solo supuso la toma de Punta de Hoc y la eliminación de un obstáculo para las tropas que habían desembarcado en Omaha, también significó el fracaso total de la fortaleza alemana en la costa atlántica y el éxito total del Día D, que suponía el inicio del fin del Tercer Reich.

Lo que nos resultaba sorprendente es que después de todos los errores cometidos durante el desembarco, terminara con éxito. Claro que los errores se cobraron muchas vidas.

Impresionados por la importancia bélica de este lugar y el significado determinante para la finalización de la 2ª guerra mundial, dejamos este lugar  para ir ahora al cementerio americano.


14 años atrás habíamos estado aquí con los chicos así que no lo tenía programado, pero Angel dijo que pasando por la puerta era obligado entrar.

Y aquí sí pudimos comprobar lo que en su día dijo el poeta sobre no regresar a los lugares donde un día se fue feliz.  

Encontramos cosas cambiadas.  Angel, que tiene muy buena memoria, no recordaba tanto camino como vimos ahora. A mi me pareció todo “menos verde” pero lo achaqué a una sensación quizás debida al paso del tiempo. Y es que no confío nada en mi memoria. Pero un trabajador confirmó a Angel que años atrás no había tantos paseos sino más explanada verde.   Y por otro lado, había quizás demasiada gente, por todos los sitios y al igual que la primera vez, oímos mucho acento americano.

Paseamos entre las blancas cruces, todas perfectamente alineadas, allá donde nuestra vista se dirijiera. Pero, sinceramente, no sé si por ser la segunda vez que lo veía, me pareció mucho más emotivo el cementerio alemán.

Este parece que se ha convertido en una atracción de feria, en un parque temático. Y no me gusta. Me deja casi indiferente, fría. No ha conseguido despertar ninguna sensación especial, como el alemán. Sea por lo que sea, me ha causado sentimientos encontrados, pero principalmente enojo por ver en lo que parece que se ha convertido un lugar que debería ser para la reflexión, el recogimiento y el recuerdo y me da la impresión de que esto, ocupa menos espacio de  lo que debería ocupar. 



Son pasadas las 14 h así que nos dirigimos ahora a comer a Port en Bessin y como casi siempre, no encontramos un lugar donde hacerlo hasta que llegamos a esta localidad, en un Super U. Tarde, como ayer, comemos y descansamos.


Después nos acercamos a pasear por esta pequeña población de la que había leído que era un puerto pesquero típico con bonitas estampas. Pero a parte de los barcos de pescadores cuyos vivos colores se intensifican con la luz del atardecer y alguna que otra casita, no tiene o no encontramos ningún atractivo más. Y tampoco ostras, ni mejillones, ni ningún otro bicho con el que llenar la olla. Y eso que me he “armado” ya con limones.

Ahora ponemos rumbo a lo que será ya nuestro destino por hoy: Longues Sur Mer.  Aquí nos encontraremos con un conjunto de enormes cañones de larga distancia que fueron capturados por los aliados intactos.


Pasamos un aparcamiento donde vemos alguna que otra autocaravana pero el navegador nos marca el final un poco después donde además hemos leído que se contemplan unas vistas espectaculares de lo que queda del puerto artificial de Arromanches. Aquí llegamos y aquí estamos, contemplando desde dentro de nuestra casita estos restos bélicos (49.345817; -0.689975).  

En Longues Sur Mer hacemos una ruta circular que comenzamos en el aparcamiento junto al acantilado y que nos va llevando primero por los búnkers, dos, para luego terminar un poco más alejados de la línea de la costa en las cuatro baterías, tres de ellas intactas conservando sus cañones en perfecto estado. Todo este conjunto está rodeado de campos cultivados de cereal.

Regresamos para darnos una ducha, y aunque estamos un poco inclinados a pesar de haber puesto calzos, decidimos quedamos a pasar la noche. Debatiremos  por donde comenzamos mañana, si por  Arromanches o por Bayeaux, ya que es el día de su Fiesta Nacional y esperamos mucha gente. 


Desde aquí las vistas son espectaculares y en principio somos media docena de autocaravanas un poco desperdigadas.


14 DE JULIO, JUEVES. EL INGENIO AL PODER

Recorrido:Longues Sur Mer-Arromanches-Bayeaux
Pernocta: Longues Sur Mer ((49.345817; -0.689975). 

Tarde del día 14. Hemos regresado a pasar la noche al mismo lugar que ayer, a Longues Sur Mer pero “nuestro sitio” estaba ocupado.


Este es mejor: frente a la infinitud del  océano de un intenso azul que refleja el color del cielo. A mi derecha se extienden campos cultivados de cereales de un dorado que se diluye y contrasta con el verde acantilado que se precipita hacia el mar.  Y los puentes artificiales de Arromanches al fondo.

Regreso a la mañana.

La noche deliciosa y ponemos rumbo a Arromanches, al cine de 360º. Había leído a alguien que no pudo verlo por las enormes colas de espera así que decidimos dirigirnos allí en primer lugar, a un aparcamiento que no dista casi nada del pueblo y de la playa.

Atravesamos la población y cuando llegamos arriba nos espera la sorpresa del día: nos piden 6 euros, aunque solo sea para 1 hora y está prohibido aparcar a lo largo de la carretera así que aunque siempre decimos que los bandoleros están en Sierra Morena parece que alguno se ha trasladado aquí y aunque nos sentimos asaltados pagamos religiosamente dejándola en la zona de autocaravanas.  

Parece que aquí también se  puede pasar la noche disfrutando de unas hermosas vistas sobre el mar donde quedaron  los restos de los puentes artificiales que dejaron los aliados en su desembarco y que ahora salpican toda la costa.
 
Sin demorarnos, nos dirigimos  al cine que unos cinco minutos antes de las diez comienza su proyección.

Mientras esperábamos me entretuve en los detalles de una enorme fotografía que recoge momentos históricos del puerto artificial en plena ebullición a primeros de julio de 1945.

Arromanches es liberada el 6 de junio y es a primeros de julio cuando este puerto artificial está completamente operativo probando su valor durante la gran ofensiva de Montgomery a mediados de julio sobre Caen. Durante una semana, más de 18.000 toneladas de mercancías serán desembarcadas todos los días.


Desde el primer momento de la invasión, la zona tomada por los aliados debía ser reforzada a toda costa para desembarcar una gran cantidad de armas, municiones, combustible, comida, material sanitario, equipo, etc. Para llevar a tierra esa cantidad de material era necesario contar con un puerto con suficiente profundidad como para anclar grandes buques sin tener problemas con la marea.

Muy poca gente en la curiosa sala redonda en cuyo interior no hay asientos, tan solo barras. Esta gran sala circular está rodeada de pantallas y unas  veces se proyectan fotografías distintas y otras la misma en todas ellas. Y sólo música.


Pero el montaje está muy bien hecho y resulta muy emotivo. Narra el desembarco y los 100 días posteriores hasta la toma de Paris.  Intercalan mapas que muestran el avance de las tropas aliadas desde Normandía hacia el sur. Sonido de cañones, disparos, fotografías de soldados, desembarcando, en las lanchas, disparando, cayendo, heridos, recogiendo a otros. Ciudades en ruinas, soldados alemanes rindiéndose, niños ofreciendo flores a los soldados, soldados que dan golosinas a los niños…

Lucha, terror, tesón, ilusión, miedo, dolor, destrucción, ruina, muerte, desolación, solidaridad, misericordia, amistad, valentía, generosidad,….

Cada fotografía expresa y despierta una emoción distinta y a veces contradictoria. No puedo evitar emocionarme y debería tener la piel un poco más dura sobre todo a mis años, pero no es así.

A la salida, sin prisas ya, nos detuvimos en los restos de un puente y desde un mirador contemplamos las enormes piezas de todo este ingenioso puerto artificial que como fantasmas del pasado, emergían de la superficie.


Del cine recogimos a Tula y descendimos a la playa andando aunque hay un “trenecito” turístico que de forma gratuita lo hace. En el camino vamos contemplando restos de chatarras, tanque, trozos de  más puentes, cañones...


En la playa la marea baja nos permite acercarnos a estas curiosas e ingeniosas piezas que posibilitaron el desembarco de tres millones de toneladas de material bélico y 400.000 vehículos. Algunas fotos nos muestran el momento hace 75 años.

Parecen huecas. Angel dice que las trajeron flotando. Yo no me imagino como funcionaron y me come la curiosidad. Prometo consultar en “San google” como lo hicieron. Qué lástima que cuando estudie historia no me hablaran de esto...ni de casi nada de la 2ª Guerra Mundial, solo que Franco nos salvó de entrar en ella. ¡Qué bueno fue!..

A mi regreso busqué información sobre esto:

Solo había dos puertos en Normandía que permitían el apoyo al desembarco: Le Havre y Cherbourg, ambos muy alejados de la zona de desembarco, y el segundo de ellos de acuerdo al plan inicial no estaría en manos aliadas sino hasta 8 días después del Día D.

Durante este periodo la zona de desembarco debía ser consolidada a toda costa. Mountbatten, un Lord inglés y prestigioso marino tuvo la idea de crear los puertos artificiales y tomó sobre sí la responsabilidad de crear dos puertos móviles que pudieran ser ensamblados rápidamente en la zona de invasión. El nombre clave de esta operación fue “Mulberry”.

Mountbatten formó un equipo de ingenieros ingleses y americanos marcándose una fecha límite para estudiar el problema. Posteriormente mando producir 230 bloques gigantes de concreto bautizados como “Phoenix”, los cuales debían ser ensamblados uno a uno para formar un semicírculo de 7 km de largo. El objetivo de estos bloques era formar un dique que protegiera de las corrientes y tormentas.

Dentro de esta barrera semicircular debía generarse una superficie de agua tan calmada como la de un lago, donde los buques podrían descargar el material de manera continua en otras plataformas conocidas como “ballenas”, de 60 por 18 metros, las cuales estaban diseñadas para subir y bajar uniformemente con la marea mediante un mecanismo, lo cual permitiría un flujo continuo de desembarco de material a todas hora.

Los bloques Phoenix, de tamaño variable, de los cuales el más largo era de 60 metros de largo y 20 de altura, estaban equipados con torretas de cañones antiaéreos para repeler ataques aéreos alemanes. El material descargado en las ballenas sería trasladado con vehículos por medio de puentes flotantes. Tres plataformas fueron proyectadas, dos de las cuales sólo permitían flujo de vehículos en un sentido.
           
Se fabricó todo el equipo necesario para construir dos “Mulberries”, uno localizado en los Arromanches y otro en Saint-Laurent-sur-Mer. Por este motivo, la ciudad de los Arromanches no sería bombardeada por la artillería naval aliada el día D, ni se planearon labores de desembarco en la zona donde estaría el puerto para facilitar los trabajos de instalación a los ingenieros.

Los bloques Phoenix, las Ballenas y los puentes flotantes serían remolcados uno a uno por el Canal de la Mancha. Los remolcadores recibieron una serie de informaciones imprecisas de las comunicaciones de radio de los soldados en Omaha, así que durante barias horas, los encargados del traslado creyeron que el desembarco había sido un fracaso.

Se pensaba tomar Cherbourg en 8 días, pero esto no sucedió de acuerdo a los planes, sino que tomó mucho más tiempo. Como resultado, los dos puertos artificiales seguían siendo indispensables. Sin embargo, una violenta tormenta el 19 de junio destruyó irremisiblemente el Puerto de Saint-Laurent-Sur-Mer. El puerto de los Arromanches sufrió numerosos daños, pero reparables. Este último puerto funcionó durante más de un mes.




De aquí ponemos rumbo a Bayeux a donde llegamos un poco después de las 12h. 

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